Como comente en el post anterior, el desarrollo de la nanociencia también tiene su lado negativo pero ahora me adentrare aún más en este aspecto.
Otra innovación gracias a esta ciencia son los nanotubos de carbón. El grafito que uno encuentra en un lápiz, por ejemplo, está formado solo por átomos de carbono y como sabemos es muy blando, pero estos mismos átomos al estructurarlos como nanotubos, llamados fulerenos, pueden llegar a formar materiales aún más resistentes que el acero y más livianos. Aquí otro ejemplo en el que se demuestra la gran variación que pueden tener las propiedades de un elemento a gran escala, a cuándo se manejan a nanoescala.
Apesar de que se sabe de la que la materia tiene diferente comportamiento a menor escala, la nanotecnología sigue implementandose más en nuestra vida cotidiana y en la actualidad, no existen los suficientes estudios tanto en los ámbitos económico y social, como en en ambiental y de salud. Pero es en este último campo, el de la salud, dónde se han realizado más investigaciones.
Investigadores de la Universidad de Oxford y la Universidad de Montreal, en 1997, demostraron que el óxido de xinc y el dióxido de titanio que son utilizados como nanopartículas en gran parte de los bloqueadores, producen radicales libres en las celulas de la piel lo que llega a dañar el ADN.
Otro caso donde se observó el problema de la producción de radicales libres, fue en los cosméticos de efecto rápido, como las cremas antiarrguas, ya que usan nanopartículas y que a su vez tienen el efecto contrario ya que los radicales libres aceleran el envejecimiento de las células.
En el 2002, investigadores del Centro de Nanotecnología Biólogica y Ambiental de la Universidad de Rice, Houston al realizar estudios con animales, observaron que las nanopartículas se acumulan en sus órganos cómo en los pulmones y el hígado, lo qué podría dar paso a tumores.
En otro estudio realizado en 2003 por el tóxico- patólogo Vyvyan Howard, se llegó a la conclusión de que, dejando atrás del material o elemento que estemos hablando, el tamaño de las nanopartículas resulta ser más peligroso ya que esto aumenta su potencial catalítico y a su vez, al entra en contacto con el organismo, el sistema inmunológico no las detecta atravesando estas "barreras" lo que podría llegar a tener muchos efectos potencialmente tóxicos.
En concreto, como expresa una investigadora del ETC "Estamos ante una liberación masiva al ambiente, al cuerpo humano, animal y vegetal, de partículas construidas artificialmente para las que los organismos no tienen ninguna prevención".
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